Uno de los elementos de la estructura narrativa a los
que menos atención se suele prestar es al narrador. Sin embargo, en la elección
de quién va a contar la historia se pone en juego el éxito de la obra. ¿Por
qué? Veamos qué escribió al respecto David Lodge en El arte de la ficción:
«Puede
afirmarse que elegir el o los puntos de vista desde el cual o los cuales va a
contarse la historia es la decisión más importante que el novelista debe tomar,
pues influye enormemente sobre la
reacción, tanto emocional como moral, de los lectores frente a los
personajes ficticios y a sus acciones».
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Clasificación de los tipo de narrador |
Si bien “entender” la clasificación de los tipos de
narrador no alcanza para comprender su complejidad, por algo debemos empezar.
Existen muchas clasificaciones, pero a la hora de explicarlo en mis cursos de
técnicas narrativa, no me complico la
vida, ni se las complico a los participantes.
Hay una división básica, relacionada con la ubicación
respecto a la historia:
1. El narrador que está dentro de la historia
(interno) y que puede ser:
a. Personaje protagonista.
b. Personaje secundario.
c. Narrador en segunda persona, que además de no
ser frecuente, goza de cierta ambigüedad, ya que puede dirigirse tanto al
lector, como a sí mismo o a otros personajes. En realidad, para mí, es un
narrador en primera persona “encubierto” en un tú.
d. Narrador editor, que cuenta una historia de la
cual ha tomado conocimiento por un escrito o porque alguien se la ha referido.
La diferencia con el narrador testigo es que no está involucrado en la historia
de forma “directa”.
Excepto el narrador en
segunda persona, todos narran en primera, y no tienen acceso a los sentimientos
y pensamientos del resto de los personajes.
2.
El narrador que está fuera de la historia
(externo) y que puede ser:
a.
Omnisciente o todopoderoso, y que tiene el don
de la ubicuidad. Lo sabe todo.
b. Objetivo o cámara, que solo narra aquello que
percibe con sus sentidos: Lo que ve, lo que oye, lo que huele...
Ambos narradores externos utilizan la tercera
persona.
ALGUNAS
CONSIDERACIONES
La primera consideración es que cualquier
clasificación de los tipos de narrador nunca es taxativa y solo sirve como
referencia didáctica. Las posibilidades son muchas. Por ejemplo, un narrador
puede mantener una omnisciencia moderada, entre objetivo y omnisciente.
La segunda es que el narrador no es el autor. De
hecho, el narrador es la máscara que utiliza el escritor para filtrar la
información que conviene volcar en la historia.
La tercera es que cada narrador tiene sus “riesgos y
certezas”. Algunos autores refieren ese binomio como “ventajas y desventajas”.
Yo no estoy de acuerdo, básicamente porque algunas desventajas, en realidad,
son ventajas en determinadas historias, y viceversa.
La cuarta es que entre las variables que ayudan a
afinar la puntería para cazar al narrador adecuado, están la distancia que el
narrador establece con la historia y la información que filtrará por sus
propias características.
EL NARRADOR Y
LAS EMOCIONES DEL LECTOR
Pareciera que, desde hace mucho tiempo, ignoro cuánto,
hay cierto consenso respecto a que el narrador en primera persona es el mejor.
El argumento es que la sensación de cercanía que produce (más inmediato e
intimista) permite al lector experimentar las emociones del personaje.
Del mismo modo, existe otro consenso en torno al
narrador en tercera persona y objetivo. Se dice que es frío y distante, lo cual
aleja al lector de la vivencia emocional.
Para mí, que soy un escritor cuya inquietud es que el
lector gestione sus propias emociones a partir de la historia, esos consensos
me parecen tópicos de escaso valor para la literatura que busco. Dicho de otro
modo, cuando escribo no busco que el lector experimente las emociones de los
personajes. Por el contrario, lo que quiero es dejarlo frente a frente a sus
propias incertidumbres emocionales. Esto nos plantea, entonces, que la elección
del narrador también tiene relación con la intencionalidad y las inquietudes de
cada escritor y que, sospecho, forma parte del estilo de cada uno.
Mi pregunta es: ¿El narrador en primera persona es, entonces, el mejor para la experiencia emocional del lector?
Mi respuesta es: Depende de la historia que vamos a contar y de la inquietudes del autor.
Un escritor que tiene internalizadas las técnicas
narrativas necesarias para construir personajes vivos, que actúen en una
historia viva, y comprende los riesgos y certezas que cada narrador le ofrece para cada historia, es
garantía de emociones para el lector.
En las últimas décadas se ha avanzado mucho en la
investigación de la inteligencia emocional. Hoy sabemos qué son y cómo funcionan
las emociones humanas, lo cual ilumina las perspectivas señaladas por Flannery
O’Connor cuando escribió que «no se puede provocar [...] emoción con
emoción, pensamientos con el pensamiento»; o John Gardner con su frase
de 1961: «El asunto primordial de
la ficción ha sido, es y será siempre la emoción humana...»
A la luz de los avances de la inteligencia emocional,
se fortalece la figura del narrador como nexo entre una historia bien contada y
la intimidad emocional del lector.
«Todas son buenas chicas» (Link).
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