Todos
los que estamos ligados a la literatura, lectores
y escritores, habremos leído u oído alguna vez que José Saramago, luego de escribir una novela a los veinticinco años,
calló (literariamente) durante otros veinte porque «no tenía nada interesante que
decir». Los que no lo sabían, podéis leerlo en una entrevista en este LINK.
Lo
que dijo Saramago no fue nuevo, algo parecido dijeron Camilo José Cela, Óscar
Wilde y
Raymond Chandler. Incluso, creo que en la actualidad se ha convertido en una frase
hecha de la literatura. A pesar de ello, y en esto me incluyo, hablamos mucho
de técnicas narrativas, del estilo,
de las estrategias de publicación y
promoción, pero nada o casi nada acerca de si en el sustrato de la historia
que contamos al lector, también entregamos un mensaje que desnuda nuestra
propia existencia.
![]() |
Raymond Chandler |
Ya
he hablado en este blog de los dos
planos narrativos (LINK):
la forma (la que produce el placer de la
lectura) y el fondo (la trama propiamente dicha). Sin embargo, desde que
escribí mi primera frase con pretensiones literarias, hace casi cuarenta años,
he percibido que los escritores que más admiro no solo me han contado una
historia, sino que, además, me han
transmitido algo que trasciende las tramas de sus relatos, como si fuese un
tercer plano, invisible, que contiene todo el ser y estar del autor en el
mundo, de modo único e irrepetible, y que traspasa el significado las palabras.
Entonces, esa frase que proclama que «para
escribir solo hay que tener algo que decir» (Camilo José Cela), expande su
significado: el estilo, el tipo de narrador, la construcción del personaje o el
ritmo, son solo las capas superficiales
de la escritura (aunque necesarias).
Todos
tenemos algo que decir. Unos lo dicen en el bar, otros en las redes sociales o
a su mejor amigo, otros a través de la música, etc. El escritor lo dice escribiendo, pero solo si consigue traspasar
esa capa de superficialidad, que tiene mucho que ver con el ego, la
autocomplacencia y el postureo, su literatura se convertirá en un espejo de su
ser. Entonces sí habrá encontrado su propia voz y la fuerza de su estilo, y
todas las técnicas de escritura cumplirán con su objetivo: transmitir con eficacia lo que tiene que decir.
Gracias por tu visita.
«Todas son buenas chicas» (Link).
No hay comentarios:
Publicar un comentario